No les falta razón, sin embargo, a los que insisten en que quienes votamos a favor del hoy Presidente debemos hacerle todavía más agudo control político a su Administración, y que es muy cobarde esgrimir como excusa que la oposición (de muy mala calidad, además) puede aprovechar las críticas para capitalizarlas en favor de sus intereses y de su discurso precario.
Valoro de nuestro Presidente que tiene la voluntad política de cumplir lo prometido y también su incontestable brillantez y valentía como pensador, algo no muy común entre los gobernantes que han pasado por la Casa de Nariño.
En todos sus discursos –que no lee, por lo regular– pone el dedo en la llaga de temas fundamentales a nivel global y da cuenta de que conoce profundamente a Colombia y su historia de guerra y desigualdad.
Veo un programa de gobierno audaz, dispuesto a plantarle cara al régimen narcoparamilitar que ha permeado los intestinos del Estado y que ha puesto relato mediático por décadas.
Por supuesto, puede ocurrir que un gobernante no esté a la altura de sus propios ideales ni de la ética rigurosa que requiere seguirlos.
Es probable que, si se personaliza el proyecto sólo en la figura de Gustavo Petro, él, como los otros, no pase el examen, pero la filosofía que sustenta semejante desafío debe continuar, porque ese reto va más allá del Presidente Petro y los políticos que constantemente nos defraudan.
Se trata de la propuesta de una sociedad en pleno cambio y es también nuestra responsabilidad política consolidarla.
@Margaritarosadf en X
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