lunes, 14 de abril de 2025

Celac: el momento de la diplomacia popular

Mauricio Jaramillo Jassir
Viceministro de Asunto Multilaterales
La Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) fue clave no sólo para Colombia sino para el conjunto de naciones, incluidos los ciudadanos. El esquema inaugurado a comienzos de la década pasada ha sido ejemplo de pluralidad, pues han convergido con muy pocas excepciones posturas ideológicas contrapuestas.

La concertación y unidad no son sinónimos de homogeneidad ideológica. Durante años, la derecha nos convenció que las buenas relaciones con los vecinos dependen de la sintonía política. En el pasado reciente Colombia quebró el mandato constitucional y se alejó de su vocación latinoamericanista y caribeña para jugar al alineamiento obtuso con el Norte Global. 

La Presidencia Pro Tempore de la Celac que ejercerá el país durante este año nos permitirá visibilizar temas a escala regional y global como las migraciones, la descarbonización, el enfoque crítico respecto de las drogas y la interconexión eléctrica, entre otros. Es la diplomacia con ecos lincolianos del, por y para los pueblos.

Éste es el único foro político permanente de toda América Latina y el Caribe, acá hay unidad real, es decir, Celac no estuvo permeada por la nociva moda de los 90 de que la integración era sólo comercial, de bienes, servicios y capitales, pero sin beneficios ciudadanos.

Era la regionalización al servicio de un establecimiento excluyente y de espaldas a la gente. Celac tiene espacios de participación social, vínculos con la ciudadanía y el anhelo durante la presidencia de Colombia de que se concreten acciones que nos convienen en momentos de mucha hostilidad hacia nuestros migrantes, nuestras pautas comerciales y frente a la multilateralidad.

Algunos, enterados de la proyección extrarregional de la Celac (hacia China, Unión Europea, Países del Golfo, Turquía y Unión Africana) ya cantan derrota. Su desprecio por el cosmopolitismo debe ser estímulo para hacer entender que la multipolaridad ya no es una posibilidad y hacia un tablero internacional entre iguales nos dirigimos, tal es el deber del humanismo, no es capricho pasajero de este gobierno. Colombia no puede seguir encerrada en sí misma, no podemos mantener como derrotero de nuestra política exterior la relevadora frase popular de “mirarnos el ombligo”. 

No se trata de que no se escrute ni se critique la diplomacia, en una democracia la política debe estar bajo vigilancia constante, pero la deliberación debe estar basada en opiniones fundamentadas o datos y no en presunciones o prejuicios infundados. Dejémoslo claro, Colombia es parte integral del Sur Global y su vocación latinoamericanista y caribeña (reconocida constitucionalmente) no debe ser una opción, sino de un mandato inaplazable. Las circunstancias geopolíticas nos lo exigen, el deber de unidad latinoamericana y de contar con una diplomacia popular es tan deseable y democrático como inaplazable.

Dejar de ver cómo mueven al mundo

Luis Gilberto Murillo
Excanciller y exembajador en EE. UU,
La decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de incrementar los aranceles a todas las importaciones ha sacudido al mundo. Para Colombia es de 10 %, con efectos incalculables, lo que obliga a profundizar el multilateralismo y seguir buscando otros lazos comerciales.

Algunos habían manifestado que la sacamos barata porque para la Unión Europea es del 20 %, para Vietnam es del 46 % y China ya va en el impensable 104 %. Pues eso cambió y Estados Unidos definió una tasa del 10 % para todos los países excepto China y un par más con aranceles previos.

Analistas consideran que esas acciones son un retroceso. A mi juicio es un punto de inflexión para cambiar y ampliar los rumbos. Así debe mirarse. ¿Qué pasó con la humanidad en tiempos de la pandemia del Covid 19? La obligó a repensar y a replantear muchas cosas.

Es lo que está ocurriendo ahora. Lo que parecía ser solo promesa de una estrategia electoral terminó siendo realidad. Las nuevas circunstancias comerciales obligan a Colombia a tomar acciones no solo reactivas. El país debe posicionarse en el ámbito internacional como un poder intermedio. Esto significa que estamos para servir de puente, para tomar decisiones autónomas y asumir liderazgos. Pero en serio. Es necesario hacer las tareas internas aún pendientes.

Sabemos que Colombia es potencia ambiental, sobre todo con una gran oferta de agua, viento, sol y biodiversidad. Igual, tenemos abundancia de recursos naturales estratégicos. También sabemos que estamos geopolíticamente en una ubicación envidiable. Ahora podríamos recoger los réditos de esos privilegios; claro, si el país se prepara y actúa estratégicamente.

Sin duda que dentro de las tareas grandes por hacer están: invertir fuertemente en infraestructura portuaria, actualizar el sistema de certificaciones sanitarias y fitosanitarias y fortalecer el proceso de industrialización y reindustrialización, por mencionar solo algunas.

El camino que tome Colombia en esta nueva encrucijada debería contemplar cuatro ejes. Uno, cooperación con América Latina e integración solidaria con el Caribe. Dos, nuevos nexos con África y el mundo árabe. Tres, al mismo tiempo ser cercanos a Estados Unidos y Europa, pero de tú a tú. Cuatro, estrechamiento de las relaciones comerciales con China, Asia e Indopacífico en general.

Todo esto, sin el muro ideológico y con una secuencia de priorización de países, siempre mirando hacia el beneficio de las colombianas y colombianos, de los diferentes sectores de la economía y del progreso de las regiones.

Así, con Estados Unidos, Colombia puede convertirse en un socio industrial confiable, en sectores como el farmacéutico, el textil y la agroindustria. Implica invertir en infraestructura logística y en certificaciones internacionales.

Con el Caribe el país puede ser aliado exportando alimentos, ya que importa más de 8.000 millones de dólares al año. Podemos articular, además, soluciones conjuntas en energía, salud, educación y logística.

Colombia ya abrió la puerta de Asia y el mundo árabe. Se tiene un intercambio comercial dinámico con China, el cual reviste mucho potencial. Con el mundo árabe se establecieron lazos comerciales, principalmente con Emiratos, Qatar y Arabia Saudita, que buscan proveedores estables y el país debe estar ahí, listo. El acercamiento con África avanza de manera constante y tiene mucho potencial.

En el caso de América Latina y el Caribe, el país debe promover una integración pragmática, más allá de las diferencias ideológicas. Colombia debe movilizarse como bloque, pensando en el bienestar de los pueblos y sin vetos.

Lo que está en juego es la posibilidad de que Colombia deje de ser un país que observa cómo se mueve el mundo y empiece a ser parte de quienes los mueven.